domingo, 12 de diciembre de 2010
Ganado lanar ("Prometeo".M.Vicent ElPais, 12.12.10)
Obama:decepción.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Desnudos. (M.Vicent, El País, 5.12.10).
Privacidad y Poder. Jaulas o Castillos.
Uno de los primeros y principales derechos civiles es el de la privacidad, que conocemos como la intimidad y, más concretamente , como la inviolabilidad del domicilio. En la mentalidad continental escribimos trtatados y desarrollamos normas para definirlo. En el derecho anglosajón son más prácticos: quien esta dentro de mi casa sin mi autorización debe saber que dispongo de su vida. Quienes fueron precursores de los derechos civilesdesde el siglo XI, lo expresaron con claridad: mi casa es mi castillo.
La gran diferencia entre una ciudad de hombres libres y una granja, es que en la granja los habitáculos donde viven los indivíduos son transparentes. La gran tentación del Poder es convertir las ciudades en granjas. El gran reto de los individuos libres es impedr que nuestras paredes sean transparentes. Nosostros si tenemos derecho al secreto. Si las pareces de nuestra casa fueran transparentes, los derechos civiles serían una quimera más.
Internet, la telefonía móvil, la videovigilancia y sobre todo el tratamiento infomatizado de datos, en manos del Poder, hab abierto un riesgo de transparencia y control de nuestra intimidad que constituye el mayor ataque a nuestros derechos civiles desde su creación y proclamación. El Habeus Data, como el derecho a controlar el manejo de todos nuestros datos personales (vivienda, utilización de tarjetas, enfermedades, movimientos, etc...) ha sustituido en importancia al Habeus Corpues. En nuestro mundo para secuestrarnos no hace falta detenernos; basta con combinar las imagenes del portero de nuestra casa, los movimientos de nuestra cuenta corriente, las asistencia sanitarias y nuestros movimientos en el metro de la ciudad. El ojo del Gran Hermano nos desnuda. Es el tiempo de saberlo y recuperar nuestreo castillo.
Por eso resulta obsceno que, desde el mismo Poder que nos espía, nos dice dónde no debemos fumar y se mete permanenetemente donde no le llaman. Ese Poder que tiene nuesrtros teléfonos móviles permanenetemente intervenidos y quiere llenr las calles de cámaras de vídeo, se escandaliza y reclama un espacio reservado y secreto para el desarrollo de actividades públicas. Cuando juegan al monopoli con nuestro dinero, quieren que nadie les vea. Cuando utilizan el teléfono des despacho oficial que pagamos todos, quieren que no nos enteremos de la vacuidad y la irrespondabilidad de sus actuaciones.
El mismo instrumento tecnológico que ellos utilizan para convertir nuestra castillo en una jaula les ha jugado una mala pasada y ha descubierto que debajo de la falda no llevaban nada.
Internet permite una utilización decisiva para la defensa de nuestros derechos civiles.
Para eso se ha creado esta página amigo.
Dispón de ella como si fuera tuya.
Utiliza en espacio de comentario para escribir un post. Yo me encargo de pasarlo.
Dile a tu gente que vienen tiempos duros. En realidad los de siempre para quienes quieren ser libres.
Levanta las alfombras del poder.
Recuerda que tu casa, tu vida, tu intimidad , es tu Castillo.
Defiéndelo.
viernes, 3 de diciembre de 2010
martes, 30 de noviembre de 2010
Publicidad y Poder.
De la armonía entre la política y la moral, según el concepto trascendental del derecho público
Si en el derecho público, tal como suelen concebirlo los juristas, prescindimos de toda «materia» -las diferentes relaciones dadas empíricamente entre los individuos de un Estado o entre varios Estados-, sólo nos quedará la «forma de la publicidad», cuya posibilidad está contenida en toda pretensión de derecho. Sin publicidad no habría justicia, pues la justicia no se concibe oculta, sino públicamente manifiesta; ni habría, por tanto, derecho, que es lo que la justicia distribuye y define.
La capacidad de publicarse debe, pues, residir en toda pretensión de derecho. Ahora bien; como es muy fácil darse cuenta de si esa capacidad de publicarse reside o no en un caso particular, esto es, si es o no compatible con las máximas del que intenta la acción, resulta de aquí que puede servir como un criterio a priori de dar razón para conocer en seguida, como por un experimento, la verdad o falsedad de la pretensión citada.
Si prescindimos, pues, de todo el contenido empírico que hay en el concepto del derecho político y del derecho de gentes -como es, por ejemplo, la maldad de la humana naturaleza que hace necesaria la coacción-, hallamos la proposición siguiente, que bien puede llamarse «fórmula trascendental» del derecho público:
«Las acciones referentes al derecho de otros hombres son injustas, si su máxima no admite publicidad.»